Hay palabras que, pareciera, reúnen todos los aspectos
involucrados en nuestras vidas cuando intentamos definirlas.
Cuando pienso en la palabra confianza, y en las tantas veces y contextos bajo los cuales la he
usado, parece que mi espíritu y mi entendimiento estuvieran en deuda con ella.
¿Qué es la confianza? ¿Cuándo logramos crear confianza en
alguien? ¿Cuándo podemos tener confianza en nosotros mismos? ¿Qué implica
confiar y qué tan fácil es?
Estudiando algunas definiciones y siguiendo aquellas
emociones que nacen cuando pienso en esta palabra, puedo decir que la confianza
es la seguridad y familiaridad que imprimimos en alguien o algo.
Seguridad y familiaridad. ¿Qué tan familiar nos resulta una
persona, por ejemplo, para sentirnos seguros a su lado y poder confiar en ella?
¿Cuántas veces les ha sucedido que, acabando de conocer a una persona, sienten
que les es familiar, que la conocen del pasado, e inevitablemente nace cierta
confianza, en donde sienten que es más fácil ser sincero, libre y actuar de una
forma natural y despreocupada?... Pero, ¿cuánta suerte se necesita para serle
familiar a alguien o, por su carisma, crear cierta seguridad frente a cualquier
persona?.
La confianza, entonces, no solo se establece al sentir familiaridad o
seguridad. También, la confianza puede esbozarse en función de las acciones y
del comportamiento habitual de una persona. La confianza representa
solidez, esto es, solidez emocional, cognitiva y sensitiva. Por el contrario, la
desconfianza, duda, incertidumbre e inseguridad, nos paraliza ante cualquier posibilidad
de seguir avanzando en cualquier aspecto de nuestras vidas.
Parece que todo se arma y se desarma en esta palabra. Que
nuestra energía ronda alrededor de la confianza. Que nuestras emociones,
nuestro equilibrio, depende de cómo percibimos esta confianza y qué tanta
importancia le damos a esta en el día a día...
Diciembre 04.
Confío en ti y me encanta cuando escribes. Muchos abrazo Mati.
ResponderEliminar