miércoles, 4 de diciembre de 2013

Confianza

Hay palabras que, pareciera, reúnen todos los aspectos involucrados en nuestras vidas cuando intentamos definirlas.

Cuando pienso en la palabra confianza, y en las tantas veces y contextos bajo los cuales la he usado, parece que mi espíritu y mi entendimiento estuvieran en deuda con ella.

¿Qué es la confianza? ¿Cuándo logramos crear confianza en alguien? ¿Cuándo podemos tener confianza en nosotros mismos? ¿Qué implica confiar y qué tan fácil es?

Estudiando algunas definiciones y siguiendo aquellas emociones que nacen cuando pienso en esta palabra, puedo decir que la confianza es la seguridad y familiaridad que imprimimos en alguien o algo.

Seguridad y familiaridad. ¿Qué tan familiar nos resulta una persona, por ejemplo, para sentirnos seguros a su lado y poder confiar en ella? ¿Cuántas veces les ha sucedido que, acabando de conocer a una persona, sienten que les es familiar, que la conocen del pasado, e inevitablemente nace cierta confianza, en donde sienten que es más fácil ser sincero, libre y actuar de una forma natural y despreocupada?... Pero, ¿cuánta suerte se necesita para serle familiar a alguien o, por su carisma, crear cierta seguridad frente a cualquier persona?.

La confianza, entonces,  no solo se establece al sentir familiaridad o seguridad. También, la confianza puede esbozarse en función de las acciones y del comportamiento habitual de una persona. La confianza representa solidez, esto es, solidez emocional, cognitiva y sensitiva. Por el contrario, la desconfianza, duda,  incertidumbre e  inseguridad, nos paraliza ante cualquier posibilidad de seguir avanzando en cualquier aspecto de nuestras vidas.


Parece que todo se arma y se desarma en esta palabra. Que nuestra energía ronda alrededor de la confianza. Que nuestras emociones, nuestro equilibrio, depende de cómo percibimos esta confianza y qué tanta importancia le damos a esta en el día a día...

Diciembre 04.

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