Hoy, encontré este párrafo de algún poema que
escribí en el 2007, un tiempo después de haber llegado a Bogotá, cuando
comenzaba a darle impulso a mis pensamientos, a mi creatividad, a mis sueños… con
ganas de darle un giro la vida que llevaba para rehacerla de una mejor forma.
Hoy, cuando han pasado ya 7 años, me siento feliz de haber decidido cambiar, dejándome
llevar por la magia de los sentimientos, de las fantasías, y la alegría de
disfrutar cada camino que he decidido tomar.
(…) Mi error no fue haber existido,
fue no haber existido a tiempo,
fue no haber vivido en el tiempo,
fue no haber aprovechado el tiempo en mi
existencia…
Cuando escribí este párrafo pensaba que mi existencia era un error, que mi vida parecía no tener ningún
sentido. La ira, la desdicha, la amargura comienzan a crear códigos en nuestras
mentes que nos invaden de terror, de pánico al tener que afrontar una vida que
pareciera muy difícil por las dificultades que se nos presentan cada día. Los
temores, el rechazo, la timidez, hacen que lo más fácil sea dejar de intentarlo
y esconderse detrás de la melancolía.
El único error sería no intentar que las cosas fueran distintas.
El único error sería no intentar que las cosas fueran distintas.
Cuando por fin llega el día en que te das cuenta
de la magia que esconden las personas, la naturaleza, tu energía interna y lo
que puedes llegar a hacer con tu imaginación, das un vuelco a tus hábitos
destructivos y actitudes de reproche y aprendes a vivir contemplando la
profunda belleza de cada cosa. Vives dulcemente, respetando al prójimo, percatándote
de no hacer daño, de trabajar cada día sobre la dureza de tu corazón.
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