martes, 21 de octubre de 2014

Alegre de vivir...

Hoy, encontré este párrafo de algún poema que escribí en el 2007, un tiempo después de haber llegado a Bogotá, cuando comenzaba a darle impulso a mis pensamientos, a mi creatividad, a mis sueños… con ganas de darle un giro la vida que llevaba para rehacerla de una mejor forma. Hoy, cuando han pasado ya 7 años, me siento feliz de haber decidido cambiar, dejándome llevar por la magia de los sentimientos, de las fantasías, y la alegría de disfrutar cada camino que he decidido tomar.

(…) Mi error no fue haber existido,
fue no haber existido a tiempo,
fue no haber vivido en el tiempo,
fue no haber aprovechado el tiempo en mi existencia…

Cuando escribí este párrafo pensaba que mi existencia era un error, que mi vida parecía no tener ningún sentido. La ira, la desdicha, la amargura comienzan a crear códigos en nuestras mentes que nos invaden de terror, de pánico al tener que afrontar una vida que pareciera muy difícil por las dificultades que se nos presentan cada día. Los temores, el rechazo, la timidez, hacen que lo más fácil sea dejar de intentarlo y esconderse detrás de la melancolía. 

El único error sería no intentar que las cosas fueran distintas.

Cuando por fin llega el día en que te das cuenta de la magia que esconden las personas, la naturaleza, tu energía interna y lo que puedes llegar a hacer con tu imaginación, das un vuelco a tus hábitos destructivos y actitudes de reproche y aprendes a vivir contemplando la profunda belleza de cada cosa. Vives dulcemente, respetando al prójimo, percatándote de no hacer daño, de trabajar cada día sobre la dureza de tu corazón.

Decidí entonces introducir las palabras alma, espíritu y amor a mi vocabulario. Le presenté la meditación a mi mente, encontré en el cielo una fuente de inspiración, comencé a disfrutar las frases sabias, acudí al mar para ahogarme en sus lazos, dejé que el sol tocara mi piel, me aproveché de las rosas para que me dieran su aroma, me escondí en su pecho cuando necesitaba cariño, saludé a las estrellas cuando me observaban, le hablé al silencio cuando me escuchaba, hice un pacto con mis malos recuerdos, y salí a dar un paseo cuando la soledad se anunciaba a mi puerta.

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