jueves, 16 de junio de 2011

El día en que partas

Aquella mañana en que te conocí,
la luz caía sobre tu pelo y el viento arrastraba hasta mi nariz,
el olor del cesped y de los lirios.

Pensé que serías una nueva vida,
juntos disfrutamos de serenas melodías,
reimos, hablamos, discutimos; eras un ave y yo su cautivo,
pensé que serías una nueva vida.

Aquella tarde en que te conocí,
la gente caminaba a través de tu presencia,
tu belleza hacía del escenario un florído jardín,
la vida y la muerte se disponía sobre tu cuerpo.

Pensé que serías una nueva vida,
tus ojos me daban lo que me hacía lento,
me hiciste creer que a mi lado danzaba un cuento,
pensé que serías una nueva vida.

Aquella noche en que te conocí,
tu cuerpo arrasó con mi cuerpo,
tus manos se encontraron con las mías,
pensé que serías una nueva vida.

Ahora, que tus ojos son un sepulcro,
pienso que hoy muere aquella nueva vida,
el día en que partas escribiré un verso,
un poema que acabe con la letra que empieze.

Mateo Ramirez Molina
Junio 16 de 2011

domingo, 12 de junio de 2011

Clocks

De algo estoy seguro cuando pienso en el pasado, de nada fui seguro ni de nada fui un experto, pero buscando en mi memoria, siempre fui feliz, y soy feliz porque me acuerdo, y soy feliz porque trasciendo.

La persistencia de la memoria representa el verdadero poder del ser humano. ¿Cómo pudo Dalí encontrar en tres relojes blandos el significado del pasado, y en un pequeño andante la fuerza del existir?. Cada reloj es una época, un lustro, un propósito que concluimos cuando llega otro. Un relámpago en el que los segundos fueron horas y las horas un suceso. Ese que pasó y se escabulló entre la memoria. Los relojes en su propósito de contar el tiempo reblandecen como la memoria. Nunca pueden contar las horas sin que cada segundo vaya dejando su camino atrás.

Me acuerdo que hace días mi reloj corría con su tic-tac perfecto, impulsado por pensamientos delicados, por un comportamiento pulcro, intachable. Encuentro que ese tiempo fué llenando mi memoria, el reloj reblandecía y el futuro un poco incierto. El reloj que llevaba puesto, detuvo su austero andar y fue allí en donde decidí caminar sin ver el tiempo. En mi memoria estaba mi vida, y en ella el tiempo que empezé a contar.

Los días han cambiado como el cielo en la ciudad. Intentaré volcar el tiempo y arrasar con el silencio. Pertenecer a nuevos aires y construir en mi memoria los más bellos recuerdos. La grandeza de un hombre recae en sus recuerdos. Si no logro cultivarlos y hago de mi vida un abismo, no tendré con qué recuerdos vivir un día mañana. Ahora estoy seguro, nunca seré experto.


Mateo Ramirez Molina

12 de Junio de 2011

miércoles, 1 de junio de 2011

Serás el viento


Ya no veré bajo el brillo de tus ojos,

la fría mañana en que nos despertábamos,

ni los pájaros blancos que se posaban sobre las montañas.

Ya no serás mi risa, ni mi aliada, ni mi guarida,

cumpliste tus horas, y yo mis deseos,

tu olor dulce y tus finos labios, serán el aire con el silencio.

Serás el viento con tu partida,

consumarás tus sueños en la lejanía,

me dejarás flotando entre mis ilusiones.

Quise decirte que te quería,

quise hacer de tu figura un poema,

llegué a entender tu postura perfecta.

Eras la miel entre las corolas,

tus pestañas caían sobre mis manos,

tu piel amarilla, tus manos delgadas, tus ojos de avena.

Se fue el aire con tus palabras,

no encuentro aviso de tu presencia,

te has escapado como un suspiro.

MATEO RAMIREZ MOLINA

Junio 01 de 2011