lunes, 29 de agosto de 2011

Mentira

Mentira, es aquella que no se detiene,

Una cascada empinada, un fuego en los árboles, un cazador al asecho.

Mentira, aquella atrevida mentira,

Silenciosa mujer en un abismo empedrado.

Crees en ti, piensas en ti, obedeces a tu instinto, ¡oh valentía!

Un reloj que no anduvo, una carta sin nombre,

Un amante que no besa, un cuerpo que no siente.

'Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa',

No consigo respuesta, tu voz, un eco en el aire.

Mentira, fatal destructora,

Una lancha estruendosa, un dibujo en la arena,

Un camino sin ti, una batalla entre hermanos.

Mentira, absurda, inconclusa,

Como cada noche a tu lado,

Como aquello que niegas sin haber conocido.


Mateo Ramírez Molina

Agosto 29 de 2011

jueves, 18 de agosto de 2011

Te vi sentada llorando

Por qué lloras esta noche,

Por qué tus sabanas tiemblan y tu corazón ya no palpita,

Hace frío allá afuera, lo sé,

No soportas a tu padre y tu cuerpo se encuentra algo más débil que tu mente.

Dime qué te pasa, niña adolorida,

Por qué todo lo ocultas, por qué todo lo callas,

Sé que no es fácil vivir en esta ciudad torturante, lidiando cada paso con aquella muchedumbre,

Pero tienes que hacerlo, no puedes parar, ¡grita!, nunca te detengas.

Ya no llores más, ¡Mira lo que hiciste!,

Acabas de arruinar mi camisa favorita,

Eres tan inocente, niña, qué difícil es convencerte.

¿Que por qué te digo inocente?,

Porque no te has dado cuenta que la vida te condena,

te obliga a caminar, a saber, a estar siempre voluptuosa y al asecho,

no te has dado cuenta cómo empezar a escapar de aquel martirio.

Pero no temas,

Siempre estaré allí, hablándole a tus lágrimas,

Buscando una salida a todos tus problemas.

No importa que me ignores,

Ni que seas un simple poema,

Qué ridícula luces cuando me sonríes.


Mateo Ramírez Molina

Agosto 18 de 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

El camino hacia la felicidad

Encontrar un camino hacia la felicidad, no es tarea fácil. Hoy, desperté pensando en escribir un libro, que fuera capaz de despojarme de algunos pensamientos que tengo atravesados en mi mente. Cuando escribo, siento que me desahogo con las palabras que quiero, con una ligereza que no puedo conseguir cuando hablo con alguien. Y es que las palabras, cuando están en el aire, no se pueden borrar, ni siquiera si te vas por otro camino, o intentas cambiar el significado de lo que dijiste. En el papel, en cambio, las letras pueden expresar lo que realmente quieres decir, no lo que te obliga el afán de una conversación. Todos quieren hablar rápido, balbucear sin detalles, contar lo que se acuerdan y ocultar ciertas palabras. Para muchos, suena aburrido alguien que habla de forma pausada, alguien que quiere encontrar la mejor palabra para completar las frases más simples. Por eso, no encuentro una mejor forma para comunicarme que escribiendo. Porque el que quiera, puede leerme, cómodo, rápido o lento, en la cama o en el baño. Puedo estar en cualquier parte, en donde lo necesite.

Decía que la felicidad no es tarea fácil. He visto que todos van en busca de ella. Algunos la encuentran, la disfrutan, y se creen convencidos de haber llegado a ella, pero, estoy seguro, detrás siempre resulta una tristeza o un dolor que les embarga. Y es tan simple como esto, la vida, la sonrisa, la adrenalina que desprende nuestro cuerpo cada vez que la encontramos, no es capaz de llevarnos felices hasta la muerte. No hay algo que perdure intacto en el tiempo. El ciclo de nuestra existencia está conformado tanto de sueños como de elegías. La felicidad puede ser un trasfondo, pero nunca un hecho en sí mismo. Pero no quiero ser pesimista, la felicidad existe y lo sé porque he vivido muchos días junto a ella.

Sé que no necesito un libro para decir esto, pero presiento que, tendré que leer estos dos párrafos toda mi vida, para entender que el secreto de la felicidad está en cada letra.