miércoles, 28 de agosto de 2013

El concepto de desarrollo humano

El concepto de desarrollo ha sido ampliamente discutido en distintos ámbitos académicos y prácticos, siendo aplicado de forma recurrente sobre un ámbito macroeconómico; este enfoque, relaciona el crecimiento económico como la principal variable del desarrollo. De tal forma, varias políticas estatales que fortalecen el crecimiento se interpretan necesariamente como pro-desarrollo; “la comprensión del desarrollo basado en crecimiento se sustentaba en la idea de que en igualdad de circunstancias, el crecimiento de la economía liberaba recursos que podrían beneficiar a toda la sociedad” (Sant’Ana, 2008, p. 5).

Sin embargo, la inmersión de otros conceptos como desigualdad, pobreza o bienestar social, introdujeron una nueva concepción sobre el desarrollo. En 1990, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo rompió este esquema conceptual introduciendo el concepto de desarrollo humano a su vez que implantó una herramienta de medición, el Índice de Desarrollo Humano (IDH). El desarrollo humano, tiene en cuenta el acceso a las oportunidades de la población de forma tal que “si no se poseen estas oportunidades esenciales, muchas otras alternativas continuarán siendo inaccesibles (…) el desarrollo humano tiene dos aspectos, la formación de capacidades humanas y el uso que la gente hace de las capacidades adquiridas” (PNUD, 1990, p. 34).

De acuerdo con este enfoque, Lebret definió el desarrollo a partir de dos concepciones: 
“una concepción ‘mecanicista’ según la cual el desarrollo es concebido como resultado de producciones sumadas y donde las finalidades son de orden cuantitativo, y una concepción ‘orgánica’ según la cual el desarrollo es cuestión de elevación humana, en su conjunto, y donde las finalidades son de orden humano” (Múnera, 2007, p. 19).

Es así como a la variable de crecimiento se fueron adicionando otras dimensiones, dando paso a la evaluación del desarrollo desde un modelo de medición cuantitativo a un modelo de medición cualitativo. El desarrollo implica también el bienestar social, el acceso a oportunidades y, en general, una construcción colectiva. 

Para Hernando Gómez (2011), el desarrollo humano es el aumento del rango de opciones, escogencias, posibilidades u oportunidades entre las cuales podemos elegir los seres humanos. Unas palabras miran más a la libertad de escoger y otras a las alternativas que se presentan a quienes escogen.  Algunas definiciones comunes referidas al desarrollo humano son: 1) la ampliación de la gama de posibilidades de la población desde la política pública, 2) el disfrute de una existencia sana, acceso al conocimiento y posibilidad de participar en vida pública y asuntos colectivos 3) un equilibrio entre funcionamientos –condiciones de ser libre, respetado e instruido- y capacidades –combinaciones de funcionamientos-, y 4) las opciones que representan la condición y el campo donde opera la libertad, es decir, el aumento de la libertades concretas de las cuales disfruta cada ser humano.

En definitiva, el desarrollo humano no es el aumento en el producto o el ingreso per cápita de una sociedad determinada. Por el contrario, aquel es un proceso abierto y continuo que implica procesos tales como la modernización social.  

Desde esta perspectiva, para hablar de desarrollo hay que darle una mayor importancia a la modernización y bienestar social que al crecimiento económico de la población. Podemos ver, por ejemplo, cómo el crecimiento del PIB per capita mundial se ha multiplicado por ocho en los últimos 60 años, sin embargo, alrededor del 20% de la población se halla en condiciones de pobreza extrema. Es allí donde se sugiere observar con más detenimiento las urgencias mundiales antes que los avances, para darnos cuenta qué nivel de desarrollo tenemos. Basta con ver las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para indagar las verdaderas necesidades de nuestra sociedad. El hambre, la pobreza extrema, la inequidad, el cambio climático, son consecuencia de la marcada atención sobre el crecimiento y a la prosperidad de la economía mundial, dejando a un lado variables que conciernen a la calidad de vida, la sostenibilidad y la equidad social. 

Mateo Ramirez Molina
Agosto 28 de 2013

* Fotografía tomada de www.powerofpeace.com

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