jueves, 18 de agosto de 2011

Te vi sentada llorando

Por qué lloras esta noche,

Por qué tus sabanas tiemblan y tu corazón ya no palpita,

Hace frío allá afuera, lo sé,

No soportas a tu padre y tu cuerpo se encuentra algo más débil que tu mente.

Dime qué te pasa, niña adolorida,

Por qué todo lo ocultas, por qué todo lo callas,

Sé que no es fácil vivir en esta ciudad torturante, lidiando cada paso con aquella muchedumbre,

Pero tienes que hacerlo, no puedes parar, ¡grita!, nunca te detengas.

Ya no llores más, ¡Mira lo que hiciste!,

Acabas de arruinar mi camisa favorita,

Eres tan inocente, niña, qué difícil es convencerte.

¿Que por qué te digo inocente?,

Porque no te has dado cuenta que la vida te condena,

te obliga a caminar, a saber, a estar siempre voluptuosa y al asecho,

no te has dado cuenta cómo empezar a escapar de aquel martirio.

Pero no temas,

Siempre estaré allí, hablándole a tus lágrimas,

Buscando una salida a todos tus problemas.

No importa que me ignores,

Ni que seas un simple poema,

Qué ridícula luces cuando me sonríes.


Mateo Ramírez Molina

Agosto 18 de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario